Tuesday, November 08, 2005

Siempre fui tan yo
De chica, a mi hermana siempre le gustaban los mismos pibes que a mí. Todos dirán que es al revés, porque ella es siete años más grande, pero para mí no. Primero fue un tal Cristián en Celina (al que en plan de seducción "soy una chica mala" le tiré una bombucha una tarde de carnaval con tanta mala suerte que rebotó y me mojó a mi), pero el más importante sin dudas fue Nestor, de la calle Virrey Liniers. Apenas nos mudamos -yo tenía 7 años- lo fiché. Vivía casa de por medio, con un familión italiano cuya integrante más chica (la chili) se convirtió enseguida en mi mejor amiga. Cuestión que yo estaba absolutamente enamorada del pibe, le escribía cartitas y se las dejaba tiradas en el zaguán, buscaba cualquier oportunidad para meternos juntos en su pelopincho y sobre todo le quemaba la cabeza a mi mamá y a mi hermana contándole mi devoción por "el Nestor", como lo llamaban en su casa. Y entonces, una noche que veraneamos en Chapadmalal ocurrió lo que mucho tiempo despues pasé a denominar "mi primera desilusión amorosa". Nosotras tres en la cocina, el resto de la gente durmiendo, y yo dale que te dale con Nestor. Que cuando vuelva a Buenos Aires esto, que la otra vez me dijo aquello. Rompiendo las bolas mal con mis fantasías animadas y Florencia callada. De la nada, mi mamá le pregunta (después entendí que esto lo tenián ensayado): Y a vos Florencia, quién te gusta? Silencio y mi hermana balbucea, medio tímida: "Y... a mí también me gusta Nestor". Cómo? Creo que mi cara fue de absoluta incredulidad, cara de "de que estás hablando nena?, cómo se te ocurre decir eso?, te equivocaste mal". Unos segundos despues confesó todo: no solo le gustaba, sino que habián empezado a noviar antes de las vacaciones. Lo peor, lo infinitamente peor es que mi mamá la alentaba. Me acuerdo que me largué a llorar y gritando dije: "Yo lo vi primero, yo lo vi primero". Era obvio que yo tenía más derecho que Florencia, era tan obvio: yo lo vi primero, por ende, Nestor es mío. Que importaba que yo tuviera 7 años y el 15, Nestor había jurado que me iba a esperar y mi existencia dependía de esa ilusión. Seguí llorando, me levanté de la mesa, pegué un par de gritos y me fui a la pieza. Nadie nunca me vino a consolar. Volvimos a Buenos Aires y a mi hermana el amor por "el Nestor" le duró dos semanas. Maldita, lo mío era tanto tanto mas profundo.
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