Tuesday, February 07, 2006

Fantasías animadas de ayer, hoy y mañana
Mi amiga las llamó "fantasías redencionales", yo nunca las había llamado de ninguna manera. "Son un mecanismo de defensa", dijo ella. "Tengo de varias clases", dije yo. Basicamente, son las alternativas que nos imaginamos para finales que no nos gustaron. Le conté una mía que es recurrente. Cada vez que un tipo me dejó pensé: "Cuando sea grande y me convierta en una escritora famosa y salga en los diarios y la gente haga colas desde la madrugada para que le firme sus ejemplares, seguro se va a arrepentir de haberme dejado". O si no fantaseaba con que la dedicatoria de mi primer libro iba a estar dirigida a aquel que se había atrevido a no darme pelota (primero Daniel, despues Ramiro, cada tanto cambiaba el destinatario) junto con una frase ingeniosa e irónica que nunca se me terminaba de ocurrir.
La fantasía magnánima es esa en que me convierto en escritora best seller a la JK Rowing. Pero tengo otra, mucho más modesta si se quiere. El escenario es: mi marido me abandonó por una jovencita con el culo más parado (pero claro, que al final resulta ser una tonta insoportable). Luego de unos meses de moco y llanto desconsolado, me consigo un trabajo en una pequeña librería, muy acogedora y con unos veladores y sillones divinos. Como no vienen muchos clientes, me paso la mayor parte del día leyendo. Mi marido (en la fantasía ex) se aburre de la joven tontuela y comienza a visitar la pequeña librería cada vez con mayor frecuencia. Me invita a cenar y me niego en reiteradas oportunidades. Con tal de reconquistarme, no duda en hacer cosas que jamás hizo estando casados. Una tarde, por ejemplo, se aparece con un ramito de jazmines. Finalmente, luego de mucho insistir, le doy una segunda oportunidad. Me invita a a Las Vegas, donde revivimos la pasión en el motel del Glass pool inn y nos casamos en una wedding chapel con un Elvis de testigo.
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